Etapa 33: O Pedrouzo - Santiago de Compostela

Santiago espera y esa expectativa se refleja en los peregrinos. Hay quienes avanzan con paso ligero, enfocados en alcanzar su destino, mientras que otros caminan con tranquilidad, como temiendo llegar al final de su travesía sin conocer lo que les depara después. De cualquier manera, todos llevan consigo la esperanza de finalmente llegar a la majestuosa Plaza del Obradoiro y alzar la mirada para contemplar la barroca fachada de la Catedral. Les aguarda una etapa corta y sencilla, con pendientes moderadas y senderos agradecidos.

Ha llegado el día esperado, y los 20 kilómetros que nos separan de nuestro destino no van a intimidarnos después de todo lo que hemos vivido en el camino; aquellos que comenzamos desde tierras francesas llevamos nada menos que 740 kilómetros a nuestras espaldas. Nos levantamos al son de los primeros cantos de gallo, con la mente puesta en llegar a Santiago con suficiente tiempo para asistir a la misa del peregrino programada a las 12:00, por lo que debemos mantenernos enfocados en nuestro andar.

Dejamos atrás Pedrouzo, siguiendo como referencia el albergue público, teniendo que retroceder unos 500 metros para retomar la ruta. Después de alcanzar el colegio público del municipio, giramos a la izquierda para adentrarnos en un sendero de tierra cubierto de hojas caídas y acompañados por nuestro fiel compañero de travesía, el eucalipto. Con su sombra llegamos a San Antón, una aldea perteneciente a la parroquia de Arca y ubicada junto al río Brandelos. Avanzamos hacia Amenal y bordeamos el castro de Amenal.

Amenal

En el kilómetro 3,4, en Amenal, cruzamos el río y, tras atravesar la carretera nacional por un paso inferior, enfrentamos la subida más pronunciada que nos llevará a Cimadevila. Aunque al principio es un ascenso significativo, se vuelve más manejable una vez superados los primeros dos kilómetros.

En este punto, la anticipación crece, indicada también por las cruces que los peregrinos han colocado en la valla que separa el sendero de los terrenos del aeropuerto, señalando nuestra próxima llegada. Pocos metros adelante, un monolito esculpido con el báculo peregrino, la conocida concha de vieira y la calabaza, nos informa que ya estamos en tierras compostelanas.

En el kilómetro 9,5, en Lavacolla, rodeamos el perímetro del aeropuerto, cruzamos una carretera secundaria y entramos en San Paio, donde enfrentamos otra leve subida antes de descender por los lugares de A Esquipa y Lavacolla. Después de pasar junto a la iglesia parroquial de San Pelayo de Sabugueira, cruzamos la N-634 para dirigirnos a Vilamaior. Al atravesar este lugar, caminamos junto a las instalaciones de la televisión autonómica de Galicia (TVG) y al centro territorial de Radio Televisión Española. Llegamos finalmente a las instalaciones de San Marcos, alcanzando el Monte do Gozo, donde se encuentra el albergue más grande del Camino de Santiago, inaugurado en 1993 y con capacidad para albergar a cientos de peregrinos en años de gran afluencia. Desde aquí, disfrutamos de nuestra primera vista de Santiago, sintiendo la emoción de haber alcanzado nuestro objetivo.

En el kilómetro 15, abandonamos el Monte do Gozo para dirigirnos al barrio de San Lázaro, cruzamos una rotonda que pasa sobre la autopista y seguimos por la rúa de San Lázaro, donde encontramos el Palacio de Exposiciones y Congresos de Galicia, entre otros lugares, y una escultura de un artista compostelano que simboliza la apertura de la ciudad al peregrino para darle la bienvenida por su llegada.

Unos metros más adelante, llegamos al barrio de Os Concheiros, así llamado por los numerosos puestos que vendían a los peregrinos las famosas conchas peregrinas. Descendemos para ingresar al casco histórico de la ciudad por la calle de Casas Reais, ascendiendo luego hacia la plaza de Cervantes. Desde aquí, las torres de la Catedral nos infunden el último aliento, recordándonos que solo nos queda descender por la calle de Azabachería, donde antiguamente se asentaban los artesanos del azabache, y pasar por delante del imponente monasterio de San Martín Pinario. Solo nos queda cruzar el pasadizo donde los músicos callejeros nos esperan con sus instrumentos para recibirnos en la majestuosa Plaza del Obradoiro.

Finalmente, alzamos la vista con emoción en este momento tan esperado: la Catedral de Santiago se presenta ante nosotros. Nos quitamos la mochila mientras nos dirigimos al centro de la plaza en busca de la mejor perspectiva para enmarcar nuestra historia.

Nuestro camino ha llegado a su fin, o eso dicen, porque para cualquier peregrino que haya vivido esta experiencia con intensidad, el camino no ha hecho más que empezar.